Estas tierras estuvieron en posesión de la tribu de los anaconas, pertenecientes a la gran familia Nutabe. Su radio de acción era Envigado, incluyendo a Sabaneta, Itagüí y La Estrella. En la zona de Palenque existió el mayor asentamiento de dicha tribu. Luego en 1541, fueron colonizadas paulatinamente por los españoles, después del arribo de Jerónimo Luis Tejelo al Valle de Aburrá por órdenes de Jorge Robledo. Esto según Juan Sardella, cronista de las hazañas del español Jorge Robledo.
Posteriormente,
entra por el sur el Capitán Álvaro de Mendoza, enviado también por Jorge
Robledo en la búsqueda del Valle de Arví, quien divisó al valle como un
espléndido escenario casi virgen, con su imponente marco de montañas y surcado
por el río, sus quebradas y torrentes, que corrían por entre una variada
floresta de donde emergían columnas de humo en un pequeño poblado indígena
situado al sur, lo que hoy es Sabaneta y Caldas, concretamente Pueblo Viejo,
lugar del primitivo poblado de los aburraes.
De esa
primera incursión no quedó nada distinto a la versión de los cronistas
españoles, pues habría de continuar hacia el otro valle de oriente siempre en
busca del mítico Dorado que ahora tenía el nombre de Arví. No obstante queda el
testimonio que el primer zarpazo que pegaron los españoles en el Valle de
Aburrá fue al territorio de Envigado. Porque, desde entonces, este privilegiado
sitio se ofrecía como el más apacible, pero también apetecible rincón de todo
el valle.
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